Todavía queda un mes para que llegue el invierno y, hasta entonces, en Tarifa estamos disfrutando de la que, para muchos es la mejor estación del año. La ciudad se ha vaciado del turismo estival y durante estos meses hay numerosos planes que realizar al aire libre por la zona para el disfrute de la gente local y de los visitantes. El escritor Scott Fitzgerald decía que “la vida comienza de nuevo cuando llega el otoño”, y es cierto que esa es la sensación que uno tiene en el Campo de Gibraltar durante esta época del año. Hoy en Conservera, como buenos conocedores de la zona, te damos seis razones para visitar Tarifa en otoño.
Pasear por playas vacías
Si algo bueno tiene este período del año, es que la inmensidad de las playas gaditanas te espera en su forma más natural y auténtica: sin gente. Tal vez sean pocos los que se atrevan a bañarse en sus aguas, pero un largo y sosegado paseo por la arena contemplando el mar, merece mucho la pena. Si no quieres salir de la ciudad, siempre puedes visitar Playa Chica, la última playa bañada por el Mediterráneo y la más indicada para cuando se quiere escapar del azote del viento. Dentro del Parque Natural del Estrecho, encontramos la Playa de los Lances y sus diez kilómetros de arena dorada casi virgen, o la de Bolonia, famosa por su gigante duna, declarada Monumento Natural. Desde la Playa de Valdevaqueros, donde rara vez faltan los colores de las cometas en su cielo, podrás incluso practicar algo de senderismo después de tu paso por la costa y subir hasta el Cerro de Bartolo, o Cerro de San Bartolomé, donde podrás contemplar de cerca el vuelo de águilas calzadas y buitres leonados, y de lejos, las impresionantes vistas de las sierras de la zona, las vastas playas y la costa africana desde Tánger hasta Ceuta, con el imponente monte Jebel Musa en el medio.
Practicar senderismo por los alrededores de Tarifa en otoño
Si te apetece profundizar más en la práctica del senderismo durante esta época del año, tenemos buenas noticias: nada menos que el 60% del suelo municipal de Tarifa se encuentra oficialmente protegido y está incluido en una Reserva Intercontinental de la Biosfera. Por el clima agradable y los colores del otoño, nos encontramos en un momento perfecto para pasear por cualquiera de los más de setenta senderos señalizados de los que ya te hablábamos en nuestra guía sobrelas mejores rutas de senderismo del Campo de Gibraltar. Todas ellas, rutas pintorescas e ideales para conocer Tarifa en otoño, como la imprescindible visita al Parque Natural de los Alcornocales, el paseo lúgubre entre los helechos y quejigos del Bosque de los Llanos del Juncal (no puede haber estampa más otoñal que esta), la excursión a la Garganta del Capitán o el sendero Algarbes-Betijuelo que ha sido calificado este año como el sendero que guarda más secretos de la provincia de Cádiz.
Realizar visitas culturales
La ciudad de Tarifa bien merece unos cuantos paseos por sus calles que, más allá del verano, también conservan ese encanto en el que se mezcla la tradición con un espíritu bohemio. El casco histórico es un laberíntico tesoro de callejuelas blancas, puertas azules, patios y balcones donde la Puerta de Jerez recibe al visitante a la entrada del recinto amurallado como una de las imágenes más icónicas de la localidad, pero no la única. La Iglesia de San Mateo, el puerto, el Castillo de Guzmán El Bueno o las Murallas de Tarifa, declaradas en 2003 Bien de Interés Turístico Cultural, son otros de los puntos clave que no hay que perderse cuando se visita Tarifa en otoño o en cualquier otra época del año.
Conocer el arte rupreste de la zona
Dentro del arte rupestre español, Tarifa es un punto señalado con más de medio centenar de cuevas y abrigos que albergan muestras de todas las épocas prehistóricas. Las más antiguas son los grabados rojos de caballos de la Cueva del Moro, que con una edad de 20.000 años –todavía más antiguas que las pinturas de bisontes de la famosa Cueva de Altamira–, representan el santuario paleolítico más meridional del continente europeo.
Visitar Baelo Claudia
El Conjunto arqueológico de Baelo Claudia, muy cerca de la Playa de Bolonia, es una de las visitas preferidas de los turistas y un plan ideal para realizar en Tarifa en otoño, lejos del calor que siempre acompaña al verano. En las ruinas de esta antigua ciudad romana en perfecto estado de conservación, se localizan elementos que además de ser representativos de la época, ayudan a comprender la cultura de la zona, su relación con el mar y con la conservación del pescado, ya que Baelo Claudia llegó a ser una importante industria de salazones donde se elaboraba la codiciada salsa romana garum.
Disfrutar de la gastronomía
Y lo mejor de todo: poder hacerlo al fresco y sin colas. Tarifa no solo es una ciudad con una importante cultura gastronómica y una larga tradición pesquera y conservera, también es una ciudad de moda, lo que hace que en verano podamos encontrarnos con largas filas de turistas a las puertas de sus restaurantes. Ahora, en otoño, las aglomeraciones han desaparecido, pero bares y tascas emblemáticas como El Ancla o El Burgato, siguen siendo los mismos. Y es que una de las cosas que más define a la localidad es que en Tarifa se come de maravilla: la materia prima es excelente y la forma en la que se trabaja, también. Por eso, a tu paso por Tarifa no puedes dejar de pasarte por La Conservateca, la tienda tradicional de Conservera, donde podrás llevarte a casa deliciosos souvenirs gastronómicos de los que disfrutar durante todo el año, como la caballa, la melva de Andalucía o el pata negra del mar: elAtún Rojo Salvaje del Estrecho.
Amanece en Tarifa. Es temprano todavía y el sol empieza a regar de luz las playas de la zona, las casas blancas de la ciudad. Dentro de poco, en el mes de mayo, el atún rojo llegará a la costa gaditana, atravesando en su viaje el Estrecho para desovar en el Mediterráneo. Es primavera, y en el Campo de Gibraltar huele tanto a naturaleza viva que es imposible no pensar en un paseo al aire libre. El 60% del suelo municipal de Tarifa se encuentra oficialmente protegido y está incluido en una Reserva Intercontinental de la Biosfera. Es esta la estación perfecta, el momento idóneo para salir a conocer los más de setenta senderos señalizados de la zona. Hoy te contamos algunos de los más imprescindibles.
Parque Natural de los Alcornocales
El Parque Natural de los Alcornocales es un auténtico laberinto vegetal de espesos bosques, angostos barrancos y suaves montañas que se agolpan a modo de muralla mirando al mar entre las provincias de Cádiz y Málaga. Estamos ante el mayor alcornocal de España, uno de los pocos lugares del mundo donde estos árboles siguen en pie y donde todavía continúa la cosecha de corcho. También, ante la última selva subtropical de Europa, el pulmón de la provincia gaditana.
A lo largo de su 165.000 hectáreas, se pueden encontrar hasta dieciocho tipos de aves rapaces, desde cernícalos o milanos hasta buitres leonados, y un buen número de pequeños pájaros que surcan sus cielos o se cobijan en sus tajos. También caballos en libertad, corzos moriscos, tejones y cabras montesas, entre otras muchas especies. La flora de la zona es exuberante, de ahí que reciba la mención de la selva del Sur de Europa. Alberga árboles que han sucumbido a la fuerza del levante, como los madroños, qujigos, ojaranzos o robles andaluces. Por si fuera poco, desde algunos puntos del parque, las vistas del Estrecho son imponentes y en un día claro se puede incluso atisbar al fondo el Atlas marroquí. Algunas de las mejores rutas de senderismo de la zona son:
Los Llanos del Juncal
El Río de la Miel
Una niebla densa, gris y fantasmagórica puebla el Bosque de la Niebla de los Llanos del Juncal durante 245 días al año. Los rayos de sol se cuelan entre los helechos de los troncos y los quejigos de la zona. Este es uno de los lugares más singulares del parque y una auténtica cápsula del tiempo. El paisaje es propio de una latitud tropical y de otra edad geológica, concretamente de hace 1,8 millones de años. Los Llanos del Juncal están protegidos como reserva natural, por lo que para practicar senderismo es necesario solicitar una autorización para su visita.
Distancia: 15,7 km. Tiempo: 5 horas y media. Dificultad: Media.
El Río de la Miel alberga una conjunción de elementos naturales y culturales que lo convierten en un escenario de leyenda. El sendero pasa por el molino de Escalona, uno de los poco que aún funcionan en los Alcornocales y discurre paralelo al río entre una exuberante vegetación. Durante la ruta, se atraviesa un puente de piedra que antes comunicaba la bahía de Algeciras con Medina Sidonia y la Bahía de Cádiz, y que según la leyenda, estaba dominado por bandoleros y asaltadores.
Distancia: 5 km. Tiempo: 2 horas. Dificultad: Baja.
El sendero de Guadalmesí
La Garganta del Capitán
La traducción del Sendero de Guadalmesí del árabe es Río de las Mujeres. Se trata de una ruta circular que permite transportarse muchos años atrás, cuando en el Mediterráneo existían condiciones de clima tropical con abundante niebla que permitían el crecimiento de árboles pequeños con hojas como las del laurel. Los cambios climáticos de las últimas glaciaciones han hecho desaparecer casi totalmente este tipo de flora en la zona y por eso resulta tan excepcional que se pueda encontrar aquí, en el sur de Europa.
La Garganta del Capitán es un verdadero tesoro natural poblado por bosque de laurisilva con alisos, fresnos, laureles y quejigos. La ruta pasa por molinos harineros a orillas del arroyo, tumbas de la Edad del Bronce talladas en la roca de arenisca y acaba en una bucólica cascada que, según la leyenda, guarda la lápida del Capitán, un bandolero abatido en los montes de Algeciras. Para los valientes: un baño en la Garganta del Capitán puede ser de lo más refrescante.
Distancia: 6,9 km. Tiempo: 3 horas. Dificultad: Media.
Parque Natural del Estrecho
El Parque Natural del Estrechose caracteriza por su diversidad y por ser uno los más desconocidos de la provincia de Cádiz. En él se puede disfrutar de rutas por playas como la de Los Lances, en Tarifa, que tiene una protección de Paraje Natural o la de Bolonia, de grandes dunas como la de Valdevaqueros o la icónica de Bolonia, declarada Monumento Natural, e incluso de ruinas de ciudades romanas, como el conjunto arqueológico de Baelo Claudia.
Pero las grandes protagonistas de este parque natural son, sin duda, las aves. La zona cuenta con casi dos millares de especies autóctonas, de flora, de fauna marina y de aves. Algunas son residentes habituales: el milano negro, la cigüeña blanca, el halcón abejorro o el buitre leonado. Aunque también se pueden avistar águilas imperiales, halcones peregrinos y perdiceras. Esta riqueza se multiplica por el paso de aves migratorias hacia climas más fríos o más cálidos, dependiendo de la época del año. Dentro del Parque del Estrecho se pueden realizar varias rutas de senderismo. Estas son algunas de nuestras preferidas:
Colada de la Costa
Cerro de Bartolo
La Colada de la Costa se trata de un sendero prácticamente llano que aprovecha la vía pecuaria costera y atraviesa los acantilados del litoral que va desde Algeciras a Tarifa. La ruta discurre por zonas de pastizales costeros y zonas de matorral bajo y goza de unas vistas impresionantes del continente africano. A lo largo del camino se encuentran búnkers, antiguos cuarteles y otras construcciones de vigilancia y defensa. También la antigua torre vigía de Guadalmesí, desde la que se puede contemplar el vuelo de las aves que cruzan el Estrecho.
Distancia: 11 km. Tiempo: 4 horas y media. Dificultad: Media.
La ruta del Cerro de Bartolo tiene su punto de partida en la playa de Valdevaqueros y acaba en el Cerro de Bartolo, como coloquialmente se conoce al Cerro de San Bartolomé. Durante el recorrido se atraviesa la Necrópolis de los Algarbes y el poblado de Betijuelo. También numerosas fortificaciones militares, un espeso pinar y el Arroyo de los Puercos, ya en el descenso hacia Punta Paloma. Por el camino se puede disfrutar muy de cerca del vuelo de buitres leonados y águilas calzadas, y contemplar las impresionantes vistas de las sierras de la zona, las vastas playas y la costa africana desde Tánger hasta Ceuta, con el imponente monte Jebel Musa en el medio.
Distancia: 13,8 km. Tiempo: 5 horas 40 minutos. Dificultad: Media.
Sendero Ruta del Buda
La Ruta del Buda se encuentra cerca de La Peña, una formación geológica próxima a la ciudad de Tarifa. El sendero parte cerca de la Torre de La Peña y cuenta con unas vistas inigualables de la costa. El gran premio del recorrido se encuentra al final, donde hace honor a su nombre con un pequeño santuario budista.
Distancia: 8 km. Dificultad: Media.
Imágenes cedidas por la oficina de turismo de Tarifa, para su uso en este medio digital.
Os ofrecemos un cortometraje documental sobre el Parque Natural del Estrecho, que actualmente se exhibe en el Punto de Información del parque, en Tarifa. Pequeña obra maestra que en pocos minutos nos describe nuestra naturaleza, cultura y riqueza medioambiental.
Viajeros del Estrecho presenta al parque como un gran cruce de caminos, testigo del paso de innumerables viajeros tanto humanos como naturales. El narrador es el faro de Tarifa, situado en la isla en la que confluyen el Atlántico y el Mediterráneo, construido sobre una antigua torre almenara y privilegiado testigo de lo acontecido en este estratégico espacio.
En la exposición, el audiovisual se proyecta desde una maqueta de gran tamaño del propio faro, desde su linterna, como si de la luz del faro se tratara……Pero aquí va, para los que no podáis desplazaros, por ahora… Esperamos lo disfrutéis con nosotros.
El Parque Natural de los Alcornocales es un auténtico laberinto vegetal de espesos bosques, angostos barrancos y suaves montañas que se agolpa a modo de muralla mirando al mar entre las provincias de Cádiz y Málaga.
Conoce el Parque Natural de los Alcornocales
Se extiende desde la sierra hasta el joven Parque Natural del Estrecho, presentando gran diversidad de relieves y paisajes. Esta riqueza se refleja en todos los ámbitos: flora, fauna, climatología, historia y folklore, constituyendo un lugar ideal para visitar y disfrutar de actividades tan diversas como la recolección de setas y la práctica de deportes en la naturaleza.
El principal responsable de esta riqueza es el agua, presente en numerosos ríos, arroyos y embalses que, además de abastecer a la provincia, son aptos para la pesca y actividades recreativas. Pero sobre todo destaca la humedad proveniente de la costa, que se acumula formando bosques de niebla en valles estrechos y profundos denominados canutos. En estas condiciones se conserva una flora muy singular, perteneciente a la Era Terciaria, la Laurisilva. Se caracteriza por hojas lisas y brillantes, que aprovechan la humedad y escasa luz que dejan pasar los árboles que bordean los canutos. Así, entre el aroma del laurel, la belleza del ojaranzo en flor, elegantes durillos y acebos, se caminará por esta especie de selva, en compañía de los sonidos del mirlo acuático, el hábil martín pescador y las currucas o pinzones, que se esconden entre los helechos.
Los suelos de arenisca, que han favorecido el denso alcornocal, también albergan quejigos y roble andaluz en las zonas más húmedas. En estos bosquetes cazan las águilas calzadas, culebreras y ratoneras, además de azores, gavilanes y cárabos. En las alturas, asoman las rocas y sobre el suelo pobre aparece la herriza, denso matorral achaparrado de distintas especies adaptadas a suelos ricos en metales como el aluminio, entre las que abundan, por ejemplo, las aromáticas. En este espacio habitan la cabra montés y numerosas aves rapaces, destacando el buitre leonado, alimoche, águila perdicera, búho real y halcón peregrino.
En las zonas bajas y arcillosas aparece el acebuchal aclarado desde tiempos inmemoriales para dejar paso al pasto que alimentará el ganado típico de la zona, la vaca retinta. En las laderas, aparece el matorral mediterráneo, con jaras, brezos, cantuesos, torviscos y majuelos. Por ellos discurre el corzo morisco, autóctono y emblema de caza mayor, además del gamo, ciervo y carnívoros como ginetas, tejones y sobre todo meloncillos, con la mayor población de la península.
En un Parque tan completo y diverso, caben otras actividades, que van del montañismo en el pico del Aljibe o el Picacho; la espeleología en el enclave Ramblazo-Motillas, o el descenso de cañones en La Garganta de Buitreras, una de las pocas áreas preparadas para esta práctica de riesgo y que por su singularidad ha sido declarada Monumento Natural. Para los más tradicionales se recomiendan las rutas a caballo, como las establecidas en La Almoraima
Antes de descubriros algunas de estas rutas, haremos un repaso de lo que esconde nuestro parque.
Flora
En el Parque Natural Los Alcornocales se agrupa un conjunto de sierras donde se desarrolla, en excelente estado de conservación, el mayor alcornocal de la Península Ibérica y uno de los más importantes del mundo.
Imagen: Alfonso Pecino
El alcornoque, árbol de carácter mediterráneo, es uno de los elementos más representativos del Parque.
Excepcionales bosques en galería, formados por especies subtropicales ausentes del continente europeo, se localizan en los denominados “canutos”, valles profundos y estrechos excavados por los ríos, poblados por laurel, rododendro, avellanillo, durillo, aliso, acompañados por acebo y ejemplares de helechos poco comunes en nuestros bosques. Los alcornocales, en ocasiones, se mezclan con acebuches, quejigos, robles melojos… dependiendo de las condiciones de humedad y del tipo de sustrato. Su matorral está constituido por lentiscos, jaras, brezos, cantuesos, torviscos y majuelos, entre otras especies típicas del clima mediterráneo.
Fauna
La diversidad de ecosistemas presentes en el Parque Natural, junto a la situación geográfica tan peculiar en la cercanía del Estrecho, paso obligado de las aves en sus migraciones anuales, sientan las bases determinantes para explicar la riqueza y diversidad faunística de este espacio. Hasta 18 tipos de aves rapaces y un buen número de pequeños pájaros surcan sus cielos o se cobijan en sus tajos. Serán los anfibios y reptiles, la mitad de los que contabiliza la Península Ibérica, y 11 tipos de murciélagos ocultos en sus grutas los que también tengan gran protagonismo. Mientras que las cumbres son territorio de la cabra montés, los bosques participan de la presencia del corzo morisco, su duende, que comparte hábitat con ginetas, tejones y meloncillos.
Imagen: Lagarto ocelado (lacerta lepida)
Recursos y aprovechamiento del Parque Natural
El Parque cuenta con una relevante cantidad de recursos tanto naturales como de patrimonio histórico. La existencia de estos recursos ha permitido tradicionalmente el desarrollo de distintas actividades económicas, como las silvícolas, recolectivas, ganaderas o cinegéticas que explican que la presencia humana en la zona haya sido muy notable desde tiempos prehistóricos.
El aprovechamiento tradicional por excelencia de los recursos del Parque Natural lo constituye la extracción de corcho. Se estima que en la zona se producen 26.000 Tm de corcho húmedo al año.
Su uso estuvo relacionado desde antaño con la artesanía comarcal (elaboración de colmenas, raseras etc.), y no es hasta el segundo tercio del pasado siglo cuando comienza su extracción intensiva y planificada, la cual vino motivada por la demanda de la industria vitivinícola.
Descorche es el nombre que reciben las operaciones necesarias para la extracción del corcho, las cuales se llevan a cabo desde el mes de junio hasta mediados de agosto.
Imagen: Descorche del alcornoque
Además en el área existen gran cantidad de zonas aptas para la explotación ganadera. Entre las razas existentes en el parque destaca la vaca retinta, raza autóctona perfectamente adaptada a la zona y cuya puesta en valor puede ser interesante. También existen algunas ganaderías de toros de lidia.
Imagen: Vaca retinta, raza autóctona de la sierra de Cádiz
Aunque estos son los recursos más importantes existen otros destacables como la obtención de leña y el aprovechamiento de las piñas cuyo fruto, el piñón, está tan valorado en confitería y cuya exportación a Italia y Estados Unidos supone una fuente de ingresos importante.
Existe también una actividad importante entorno a la apicultura, al aprovechamiento del brezo y de las setas, siendo esta última una de las actividades más novedosas de la zona. Por último destacaremos la recolección de plantas aromáticas y medicinales destinadas al consumo gastronómico como el laurel o el orégano; recolección de productos silvestres como espárragos, tagarninas, caracoles, higos, entre otros.
La recolección de setas supone una de las actividades con más auge en la zona.
Imagen: Ayuntamiento de Los Barrios.
Rutas, caminos y senderos
Dentro del parque se pueden descubrir muchos parajes, cercanos a Tarifa, donde por ejemplo existen “El Bosque de la Niebla”, “El Río de la Miel” o “La Garganta del Capitán” como “lugares estrella” donde además, podremos encontrar alguna “pocita” para darnos un refrescante baño o ya para esto esperarnos para realizarlo en las cercanas aguas del “Estrecho de Gibraltar”.
El “Parque Natural de Los Alcornocales” también ofrece muchos aspectos etnográficos, en esta época del verano entrante, podemos encontrar “El Descorche” o ya entrando el otoño, primero “La Berrea” continuando con otras joyas de parque como son las setas y las “Jornadas Micológicas” que se desarrollan en temporada.
A lo largo de varios meses iremos descubriendo de la mano de Mundo Posibilidades diferentes rutas, adaptadas para todo tipo de actividades y edades, está en vuestra mano decidir cuál!
En Junio os hablaremos de un sendero precioso; “El sendero Del Bosque de la Niebla”.
El Bosque de la Niebla es uno de los lugares en esencia más interesantes y curioso para realizar senderismo en el Parque Natural de Los Alcornocales…
Nuestro recorrido se adentra en los umbríos bosques de la sierras de Algeciras y Tarifa, único bosque de Laurisilva del sur peninsular donde se encuentran formaciones forestales únicas de especies subtropicales.
Al sendero se accede por del Área Recreativa El Bujeo desde donde comenzaremos este Sendero.
El primer tramo nos dirigirá también al posible Sendero del Río Guadalmesí, pero hoy buscamos unas Sensaciones a mayor Altitud.
Ascenderemos por “El Bosque de la Niebla”, completísimo Lugar con Esencia totalmente recomendable para toda la familia donde una de las frases más escuchada es… -“Parece un Bosque de hadas y duendes”.
A medida que vayamos caminando, nos iremos introduciendo en un extraño quejigal de quejigos enanos que es la mejor representación del bosque de niebla, característico de esta zona, constituyendo una de las mayores manchas forestales de la Península Ibérica. Los Bosques de niebla que dan nombre a esta ruta además de esos quejigos enanos está formado por el bosque de laurisilva, Rododendros (ojaranzos), avellanillos, laureles, durillos, acebos, helechos subtropicales, y otras muchas especies de menor interés.
Al llegar próximos a la carretera nacional nos dirigimos a nuestro punto de partida en El Pelayo paralelos a la carretera por una zona de menor importancia botánica.
Más adelante, cogeremos una bifurcación que nos llevará por una Vereda donde sentiremos el Senderismo en su máximo apogeo entre Alcornoques y con el acompañamiento sonoro que ofrece el citado Río Guadalmesí en su vertiente superior o los cánticos de los pájaros que habita la zona.
Un bonito Sendero que ascenderemos con tranquilidad para disfrutar y poder embriagarnos en la naturaleza reinante en este punto del Parque Natural de Los Alcornocales a la vez que no se duda que “conectaremos” con “La Madre Tierra”.
No dudéis que esta, es una Completa Visita con Sustancia donde nos esperan como Lugares con Esencia como el Bosque de la Niebla con sus Arboles envueltos en Musgo donde podremos incluso imaginar que agustito vivirían incluso los Gnomos, Hadas o Ninfas y donde seguro encontraremos las Sensaciones que hace tiempo parecieron olvidadas.
Imagen: Puerto del Viento
Continuando el Sendero, comenzaremos el descenso por el “Puerto del Viento” que nos deleitará esta parte del senderismo por el Parque Natural de Los Alcornocales con “los pinos tumbados al viento”. No dudo que una vez más, volveremos a cruzarnos con varios animales que pastarán plácidamente por la zona mientras nos dirigimos hacia nuestro punto de partida para concluir nuestro paseo
Llegamos ya a la “Zona del Bujeo” dando por finalizado este Sendero donde sentiremos haber Aprovechado de una Manera Diferente Nuestro Tiempo Libre.
Imagen: Ruta Bosque de Niebla
Para nuestros socios; En nuestra sección de El Estrecho encontrareis la agenda que propone Mundo Posibilidades para Julio y una oferta exclusiva para nuestros Socios para quienes deseéis ir descubriendo poco a poco todo lo que esconde nuestro Parque (los socios del Club de la Conservera podrán benificiarse de un 20% de descuento). Ir a la entrada
Quince lugares donde recuperar la magia ‘del Relax’ más andaluz y hacer turismo por Tarifa. Desde la localidad de Conil a Tarifa se pueden encontrar buenos precios, una naturaleza irresistible y restaurantes y chiringuitos donde triunfan los pescados.
Al sur del sur, de lo más sur de la península, existe una esquina donde el tiempo se alarga.
El tramo del final del mediterráneo y el océano Atlántico, entre Conil y Tarifa, ha sobrevivido lo mejor que ha podido a los años de implacable destrucción de la costa y todavía la naturaleza ha sido capaz de conservar su naturaleza vigorosa y una atmósfera tranquila y sin pretensiones.
Ya desde los años sesenta la zona era conocida por hippies de medio mundo, pero ahora modernos, ejecutivos y urbanitas estresados acuden a Cádiz a encontrar una paz que en sus ciudades se les niega. Pero ¿qué poder tiene esta zona de costa? ¿qué encontrar cuando se hace turismo por Tarifa?… Pues, aparte del poso de culturas milenarias, playas salvajes, una gastronomía que funde su huerta, el mar y la ganadería, tres parques naturales —el de La Breña, Los Alcornocales y el del Estrecho—, unos atardeceres que emocionan, olas para practicar surf, precios asequibles, el poder paranormal del viento de Levante y las montañas de Marruecos a 14 kilómetros. Os roponemos 15 paradas para disfrutar. Hay quien llama a la zona Cadizfornia en un símil con el Estado estadounidense del sol y el relax. Puede que el neologismo se le quede pequeño.
01. Hotel V (Vejer de la Frontera)
En medio de un laberíntico trazado de fachadas blancas fluorescentes, emerge el Hotel V de Vejer de la Frontera. Este pueblo encaramado en lo alto de un cerro y de profundos aires moriscos encandila al que lo visita. Se puede obtener una perspectiva distinta del caserío desde la terraza de este hotel boutique de 12 habitaciones: la iglesia, el castillo, la Laguna de La Janda, las playas de Los Caños de Meca y Marruecos. Una estampa idílica mientras uno se moja en eljacuzzi, desayuna o se toma una copa por la noche. El resto del hotel también tiene su punto. “Entre nosotros nunca lo llamamos hotel, sino la casa”, dice Oliva Reyes, una de las gerentes. “Éste es un entorno para desconectar y cuidamos al máximo los detalles, como la calidad de las sábanas”. O como la estancia del antiguo aljibe, reconvertida en sala de masaje. Detalles como ése enamoraron a Jean Van Gysel, el belga que compró la vivienda para construir el hotel, con cinco años de vida. Él no se deja caer mucho por Vejer porque vive en París. Le deja el placer a usted.
Calle del Rosario, 11-13. 956 45 17 57. Vejer de la Frontera.
02. Prismáticos en mano
Contemplar las bandadas de miles de cigüeñas saliendo de Europa y llegando a África es un espectáculo. Es como ver una bola blanca enorme en el cielo. Rutas para avistar aves como éstas se pueden hacer de la mano de White Hawk Birding, una empresa cuyos tres socios viven en una parte distinta del mundo. Yeray Seminario está en Tarifa y organiza paseos a medida de los viajeros, pero él recomienda contemplar las migraciones desde finales de agosto. “El estrecho es uno de los puntos más importantes del mundo, junto con el Bósforo, Panamá y Veracruz. Y donde en otros lugares ves una decena de ejemplares, aquí te encuentras con miles”, sintetiza. Además de las cigüeñas, se ven sobrevolando el cielo rapaces como el águila culebrera, el halcón abejero, el milano negro o el gavilán. El visitante alucina también con los parajes de los parques naturales del Estrecho y de los Alcornocales, donde se pasa de las dunas a los bosques húmedos. Algunos de los puntos más relevantes son el Observatorio de Cazalla, cerca de Tarifa, y el sendero del Tiradero, para ver ya no migraciones, sino aves forestales como el buitre leonado y el alimoche. Por supuesto, hay que ir bien equipado: los prismáticos son fundamentales.
Miles de flamencos pueden sobrevolar su cabeza mientras usted contempla una imagen/performance de Marina Abramovic. En la Fundación NMAC-Montenmedio, abierta desde 2001 para impulsar la cultura más vanguardista en una zona periférica, el arte no puede entenderse sin la ubicación paisajística. Situada en un pinar junto al Parque Natural de La Breña, este centro de arte contemporáneo permite conocer obras de artistas como Maurizio Catellan, Olafur Eliasson y Sol Lewitt mientras usted se encuentra con animales como perdices o faisanes y plantas aromáticas como el tomillo y la mandrágora. “Invitamos a artistas a que dialoguen con el contexto social, cultural, paisajístico e histórico en el que nos encontramos”, cuenta Jimena Blázquez, la directora. “Estamos en un museo mediador. Nuestro compromiso es apoyar a los creadores contemporáneos en proyectos que fomenten el diálogo y el entendimiento de la sociedad a través del arte”. No es el único aliciente de la Fundación NMAC, ya que muchos de los artistas son reconocidos internacionalmente pero no han expuesto nunca en España, más que en esta dehesa de pinos y acebuches.
Dehesa Montenmedio, Carretera N-340, km. 42,5. Vejer de la Frontera. 956 45 51 34.
Horario, previa reserva: de martes a domingo de 10 a 14 horas y de 16 a 18.30 horas.
04. La Cabaña de Bolonia (Tarifa)
Tomarse un cóctel y ver el ocaso en La Cabaña de Bolonia es para muchos sinónimo de felicidad. También lo es para una gran cantidad de famosos patrios que se pasean por aquí cada verano en busca de alegría para el corazón. Sheila Santana, una brasileña de 43 años, es su gerente y conoce a la perfección la magia del lugar, cuya fuerza natural le enamoró desde el momento en que lo pisó, hace ya 18 años. La Cabaña abre a las once de la mañana para ofrecer desayunos y cierra a las dos o las tres de la madrugada con música en vivo. En medio, cocina mediterránea, brasileña y mezcla de ambas, como el atún encebollado con un toque del Amazonas, la moqueca (pescado en salsa con aceite de coco), el bobó (crema de gambas) y la carne de picanha. La puesta de sol y los ritmos brasileiros, blues o flamenco fusión caldean el ambiente. Uno se olvida hasta de sí mismo tumbado en la hierba, en las tumbonas o en la cama balinesa de este chiringuito construido a base de madera y cañizo. África nos mira de frente.
El atún rojo atrapa a quien lo prueba por primera vez. No se parece a ningún otro pescado. Este animal, capturado por el milenario arte de la almadraba, es uno de los bienes más preciados en el restaurante El Campero, en Barbate, convertido ya en una institución. Pepe Melero, su dueño, iba para controlador aéreo pero en 1978 se tuvo que hacer cargo de la pequeña tasca que regentaba su padre. “Y allí empecé a servir guisos de pescado y las partes supuestamente menos nobles del atún, como el morrillo, y también salazones”, recuerda Pepe. Desde 1994 regenta El Campero, donde la carta cambia cada año y donde se aprovecha cada una de las partes de este pescado. Ya sea en la barra o sentado, el local se llena siempre de gente pidiendo atún encebollado, morrillo ysashimi. La influencia del país nipón viene de los lazos que se crean con los japoneses que llegan hasta Barbate para exportar el atún. “Mezclamos la tradicional cocina marinera y la innovación. Aunque esto no es una cocina de autor. Yo me considero un artesano”. Es tal la fama de El Campero que recientemente ha abierto una tasca, La Taberna de El Campero, en Zahara de los Atunes. “Es una taberna marinera y sencilla con algunos toques creativos”. Uno puede pasear por el mundo en 10 minutos cuando prueba el tataki y luego los fideos con pez limón.
Avenida de la Constitución, 5 C. Barbate. 956 43 23 00.
06. Hotel Arte y Vida (Tarifa)
Darse un baño en la playa, tumbarse en la hierba, tomarse un cóctel, bailar un rato, darse otro baño, pedirse otro cóctel… Y así en bucle. Es lo que hay que hacer en el hotel Arte y Vida, a las afueras de Tarifa, en la Ensenada de Los Lances. El chiringuito, abierto a todo el público y ubicado en la misma playa, es uno de los reclamos de este pequeño alojamiento con 11 habitaciones. A Nicolás Torreño, su encargado, no es fácil pillarle en un momento de respiro, pero cuando por fin se puede hablar con él presume de la atmósfera desenfadada y tranquila del lugar: “En todo momento suena una música chill-out que invita a estar de buen humor, a lo que ayudan los mojitos de fresa y regaliz y las caipiriñas”. Quien se quiera quedar a dormir ha de saber que la decoración es cosmopolita, a medio camino entre los colores intensos de la arquitectura latinoamericana y los detalles africanos y asiáticos. Y sobre todo hay que destacar la luz. Nos podemos fundir con ella almorzando justo delante del ventanal del restaurante, que se llama Miramar, con mucha variedad de platos, para que todos queden contentos, según Nicolás. “Puedes probar desde marisco o pescado de la zona hasta platos de pasta o tartar de atún”. La mayoría de los visitantes vienen a Arte y Vida a recargar pilas y disfrutar del entorno natural. Por eso el hotel tiene una pequeña escuela de surf y kitesurf y ofrece servicio de masajes. Sus mascotas también podrán disfrutar de este sentimiento de paz interior porque son más que bienvenidas.
Carretera N-340, km. 79,3. Ensenada de Los Lances, Tarifa.
07. Hostal Reyes (El Palmar)
Los toques naranjas del restaurante del Hostal Reyes tienen el mismo tono que los atardeceres de El Palmar. Uno los puede comparar desde la terraza, al pie de la carretera y la playa, mientras cena. Pero hay que coger mesa pronto. Rosa Guerrero nació y vive en El Palmar y lleva 26 años cocinando para los demás. “Yo lo hago como si fuera para mí”, dice. “Como me enseñó mi madre”. Cada día está pendiente del pescadero, que va a la lonja de Conil y lleva luego a El Palmar todo el género fresco. La paella, el arroz con bogavante, el pescado como la dorada, la carne al toro, las croquetas de atún o corvina y las albóndigas son algunos de los platos más pedidos. Al igual que el flan y la tarta de queso. Antes Rosa pasaba mucho tiempo en la cocina, pero ahora le gusta pasearse por las mesas y ver las caras de felicidad de los comensales: “Y casi todo el mundo me dice lo mismo: qué buenas están las papas fritas. El secreto es papas de aquí, aceite de oliva virgen y sartén, nada de freidoras”.
Avenida de la Playa, s/n. El Palmar (Vejer de la Frontera). 956 232 211.
08. Casas Karen (Los Caños de Meca)
En Casas Karen, en Los Caños pero al resguardo del bullicio, uno se reencuentra consigo mismo. Este complejo de 8.000 metros cuadrados y con 9 alojamientos defiende la naturaleza y un ritmo de vida slow. Su artífice es la belga Karen Abrahams, que conoció la zona cuando tenía 20 años y en 1988 compró una parcela a 800 pesetas el metro cuadrado. Allí recuperó las antiguas chozas, unas tradicionales viviendas construidas con paja, madera, cañas y cuerdas, que existieron en la zona hasta bien entrado el siglo XX. Uno se espera un alojamiento humilde, pero estas tres chozas tienen todas las comodidades y levantarlas cuesta casi lo mismo que una casa de ladrillos. “Son frescas en verano y muy fuertes. Antes teníamos la oficina allí, con los ordenadores, y no se cuela agua ni nada. Imagínate que aguantan hasta el viento de Levante”, matiza con una sonrisa Juani, una de las encargadas del complejo. A Casas Karen se viene a estar tranquilo y a disfrutar de la naturaleza, tanto de la playa como de los senderos por el Parque Natural de La Breña. Por supuesto los perros son bienvenidos. “Nuestra filosofía es de respeto por el medio ambiente”, continúa Juani. “Desde la pintura hasta el lavavajillas son ecológicos. Y no tenemos césped, sino el terreno natural”. Todo ello se completa con los mercadillos que se organizan los miércoles, donde uno puede comprar legumbres, verduras y frutas cultivadas de manera orgánica.
Camino del Monte, 6. Los Caños de Meca. 956 437 067.
09. Restaurante Las Rejas (Bolonia)
No pasan ni 10 minutos y uno ya quiere ser amigo para toda la vida de Carlos, uno de los propietarios del restaurante Las Rejas, en la Playa de Bolonia (Tarifa), libre de construcciones, rodeada de vegetación y con una duna gigante. Carlos gana al personal con su gracia sin pretensiones y el pescado fresquísimo que sirve: “Aquí todo es grande: borriquetes, hurtas, salmonetes… Y las tortillitas de camarones son de verdad, no de las que te deprimen”. Junto a sus hermanos José y Cuqui regenta este local previo a la fiebre de lo vintage y han recogido el testigo de sus padres, que lo abrieron en 1986 con el mismo arte. “Predicamos el churrepeteo y el mojar pan. Aquí no utilizamos nitrógeno ni nada. Cómetelo todo como quieras, incluso te puedes manchar”. En la carta se llevan la palma el atún en manteca y encebollado (con tomate) y las croquetas de chocos, “pero con la tinta de verdad, no congelada, si no hay chocos del día no hay croquetas”. El menú también pasa por el arroz de marisco y de carabineros y las ortiguillas, con vinos ricos pero “a un precio para beberlo, no para guardarlo”. Las horas pasan mientras uno se recrea en la comida o en las vacas que pastan fuera, con los restos de la ciudad romana de Baelo Claudia como telón de fondo. Y con una buena selección de música, porque como asegura Carlos, “la tierra es redonda y un día nos vamos a Cuba, otro a Brasil y otro a Andalucía, porque ya que masajeamos bien el estómago, hagamos lo mismo con el cerebro”.
Carretera El Lentiscal, Bolonia (Tarifa). 956 68 85 46.
10. Hoteles Arohaz y La Breña (Zahora y Caños de Meca)
Los bosques de pinos y el Cabo de Trafalgar protegen a estos dos hotelitos con encanto, de idéntica filosofía y mismos dueños. El hotel La Breña se ubica al final de Los Caños, protegido por los montes del parque natural homónimo. José Manuel Morillo fue el motor de este establecimiento, hace ahora diez años, donde uno puede descansar en alguna de sus siete habitaciones. Dormir y comer bien son las prioridades. “Nuestro cocinero, Ciprián Iordan, crea platos diferentes como el tataki y el sashimi de atún o el arroz y las croquetas a base de plancton marino, un ingrediente que ha puesto de moda el chef Ángel León, de Aponiente, en El Puerto de Santa María, del que somos amigos”, relata Morillo. Y como este hotel se queda pequeño cada año desde finales de mayo, sus gerentes decidieron abrir otro, Arohaz. Se encuentra a pocos kilómetros, en Zahora, con seis habitaciones y un gastrobar cuya carta ha sido elaborada por Mauro Martínez Barreiro, otro chef gaditano que ha conseguido una estrella Michelin. La pizza de calamares y la ensalada con pera y gorgonzola ya les suena a muchos. Y para bajar la comida, ambos hoteles ofrecen actividades como buceo, surf, paseos a caballo y la gimnasia energética de tradición china llamada Qi Gong.
Hotel La Breña: Avenida de Trafalgar, Los Caños de Meca. 956 43 73 68.
11. An Ca Curro (Tarifa)
Cerca de la robusta Puerta de Jerez en Tarifa, en una callecita, aparece un templo de las tapas que no pasa desapercibido por las multitudes que congrega. Curro Santos tiene 54 años y lleva desde 1987 detrás de la barra de este bar pequeño y decorado con motivos taurinos y flamencos. Un bar de los de siempre donde lo que importa es la comida, y en concreto, el cerdo ibérico y la verdurita ecológica. “Aunque estemos en Tarifa, el pescado de aquí es de monte”, ríe Curro. En pleno Parque Natural de Los Alcornocales, en la Dehesa de la Peña, tiene una finca con unos 90 cerdos. “Y hago las matanzas y se aprovecha todo”. An Ca Curro abre de lunes a sábado de 19 a 24 horas, pero hay que llegar antes de las 21 para hacerse con un poco de sitio. Las estrellas de la casa son el jamón (cómo no), el salchichón, la caña de lomo, los chicharrones, el lomo en manteca, las costillas asadas, el solomillo, el secreto ibérico y los revueltos de tagarninas, quesillos (una especie de alcachofas) y berenjenas. Si viene de una gran ciudad, lo primero que ha de probar es el tomate con roquefort. Muchos se reencuentran con su infancia al saborear esta verdura roja como no hay otra. Y es inevitable la nostalgia.
Calle Morena de Mora, 3, Tarifa, 658 854 012.
12. El Dorado (El Palmar)
El atardecer es el momento clave. Justo cuando el sol se está poniendo por el horizonte de El Palmar parece que el tiempo se detiene. Son sólo unos segundos. Luego se escuchan aplausos. Así es cada día. Santiago Saborido decidió abrir hace cinco años El Dorado para satisfacer a las hordas de urbanitas ansiosos por tomarse un cóctel en un chiringuitochill-out mientras el cielo se tiñe de naranja y rosa. La puesta de sol incluye todos los días banda sonora, con grupos en directo hasta las 3 de la madrugada que tocan desdereggae hasta flamenco, pasando por electro. Y si por estar tumbado en la arena se le ha montado algún músculo, se puede dar un masaje tailandés o de reiki. Paz no falta en El Dorado, que este año abre oficialmente el 14 de junio, aunque también estará operativo un par de fines de semana antes. “Nosotros lo denominamos un chiringuito de bienestar”, ríe Saborido, que también hace gala de la comida fusión que ofrecen. “Hamburguesas con carne de retinto (la ternera autóctona), sushi, burritos, nachos y ensaladas”. Para llenar el estómago entre daiquiri y gin tonic.
Avenida de la Playa, s/n. El Palmar (Vejer de la Frontera).
13. El Mirlo (Punta Paloma, Tarifa)
Llegar hasta el chiringuito de El Mirlo, en Punta Paloma (Tarifa), es una aventura pero tiene su encanto. Desde Tarifa, hay que tomar la N-340 en dirección Cádiz. A unos 8 kilómetros se verá un desvío a la izquierda y luego habrá que seguir por la carreterita que serpentea a la duna. Al llegar a una zona militar, cuya barrera ya está levantada, se ha de seguir por el carril. La recompensa es una comida que no defrauda, un paisaje virgen y las vistas de África. Juan Chico y sus tres hermanos gestionan este chiringuito con decoración de cañas y aperos de labranza. Juan trabaja en la almadraba, así que es él quien trae el atún, y también tienen primos pescadores. “Por eso nuestro pescado es fresco. Tenemos una carta pero cada día ofrecemos lo que se ha capturado”, cuenta. Dejando a un lado el atún, el resto del pescado es blanco, de escama, como el borriquete -“no tiene mucha fama fuera de Cádiz pero a todo el mundo le sorprende su sabor”-, el pargo o la hurta. Los gambones, las cigalas y la albacora (una especie de túnido) alegran la mesa de un almuerzo o cena que puede salir a 20 euros por cabeza. Tranquilidad entre los carnívoros, porque también disponen de carne de la campiña gaditana. Y después del festín, lo mejor es bajar la cuesta e irse a caminar por la playa, donde se mezclan la arena, las rocas, los acantilados y alguna barca que espera para salir a la mar al día siguiente.
Punta Paloma, Tarifa. 956 68 51 00.
14. Hotel Casa Blanco (Tarifa)
Su clientela es gente joven que aprecia el diseño. Casa Blanco es un hotelito de siete habitaciones con una decoración elegante sin resultar fría. Entre las fachadas blancas, de piedra y azulejos de Tarifa, surge este remanso de paz conocido como el Palacete de las Sendas, que hace años fue propiedad de la cantante Ana Torroja, pero que ahora gestiona la empresa Charming Places junto con el contiguo Hotel Misiana. De Casa Blanco los clientes destacan la comodidad de sus camas y el patio con lucernario donde poder tomar un café gratis o navegar por Internet. “Éste no es el típico hotelazo que te ofrece todos los servicios que quieras, pero sí es un hotel de autor, rodeado de historia y perfecto para escapadas románticas”, explica uno de sus responsables, José Luis Sánchez. Parte del encanto radica en la sugerente mezcla: los elementos mozárabes de la arquitectura palaciega, como la escalera y algunas ventanas, combinan con el diseño de vanguardia, como el cubo de cristal que hace las veces de baño en la suite premium. Desde el solárium se ven las azoteas y antenas de Tarifa. Para ver el perfil imponente de África hay que ir a la playa, pero tan sólo se encuentra a cinco minutos.
Calle Nuestra Señora de la Luz, 2, Tarifa. 956 68 15 15.
15. Rutarifa
La playa no debería eclipsar la naturaleza del Estrecho porque es aún más espectacular. Detrás del mar empiezan los montes no sospechados y en Tarifa existe una asociación dispuesta a darlos a conocer. La crearon el año pasado un grupo de amigos treintañeros que trabajan en otros menesteres y a los que les gusta el senderismo. “Queremos que se valore este entorno y por eso organizamos rutas por caminos desconocidos incluso para los locales”, señala Diego Herrera, uno de los integrantes deRutarifa. Alternan los recorridos para adultos con los destinados a familias con niños y cuestan 3 euros por persona, dinero que se destina a los carteles de cada excursión y al documento con información sobre la historia, la flora y la fauna que ofrecen a cada uno al final de la jornada. Hay muchos paisajes por descubrir pero dos de los más sugerentes son el del Pinar del Guijuelo, cerca de Punta Paloma, con unas canteras romanas y formas rocosas misteriosas, y el Tajo de las Escobas, verdísimo incluso en verano por el Pico Luna, el punto más alto del Estrecho, con el llamado bosque de nieblas y la faz del Yebel Musa en Marruecos, donde supuestamente descansa una de las dos columnas de Hércules.
Es la prueba de fuego. Entrar en un local y codearte con la parroquia local que llama a los camareros por su nombre y en el que la bulla y la confianza crean un clima imposible de fotocopiar. Estos son los lugares favoritos de los tarifeños, en los que por poco que te lo propongas, te sentirás como uno más.
Texto: NACHO URRUELA | Fotos: STEFAN SCHMIDT
Tres Tarifas en una: mar, campo y ciudad. La de los garitos que frecuentan los tarifeños.
Otros destinos de la costa apenas son un par de barriadas asomadas al mar. Tarifa no; Tarifa es una ciudad. Concretamente, una “muy noble, muy leal y heroica ciudad”, como reza el rótulo de la puerta de Jerez. Tarifa es una ciudad hecha y derecha, con una población de 18.000 habitantes que comparte una historia colectiva y un sentimiento de orgullo por formar parte de un lugar único. Tal vez orgullo no sea la palabra. Es más bien la sensación de haber tenido mucha suerte de nacer aquí “cuando mira que hay sitios feos por ahí para ir a nacer” (escuchado por casualidad en el ‘Café Morilla’).
Ya en la Puerta de Jerez nos encontramos con la primera descripción de la ciudad.
El tarifeño se siente tarifeño por los cuatro costados y le encanta disfrutar y probar todo lo que ofrece la ciudad. Será el primero en querer visitar un nuevo restaurante o chiringuito. Está acostumbrado a ver venir gente de todo pelaje y a todos los acepta con naturalidad, desde el famoso de turno al más auténtico hippy. Si lo pensamos, es natural que en Tarifa acabara recalando todo tipo de gente inquieta: empiezan recorriendo Andalucía; siguen bajando y llega un momento en el que no se puede bajar más porque se ha terminado el continente. Así que se quedan. En mi opinión, ese efecto de sedimento es el que explica la multinacionalidad de muchos tarifeños. Aquí hay sitio para todos.
Un ejemplo más de la multiculturalidad de la ciudad.
Hoy, bajo el término tarifeño debemos incluir a oriundos de muchos sitios: italianos, alemanes, franceses, británicos, argentinos… También madrileños, vascos, catalanes… Como ocurrió en tantos lugares, a partir de los 80 muchos forasteros ‘descubrieron’ Tarifa y se dieron cuenta de su enorme potencial. Algunos de ellos contribuyeron a cimentar la primera infraestructura enfocada al turismo, con establecimientos que enseguida fueron aceptados por propios y extraños, y que actualmente son imprescindibles.
Hoy no se entiende Tarifa sin algunos de esos locales creados por tarifeños “no nativos”, como ‘La Oca de Sergio‘, donde encontraremos todo lo que se puede esperar de un restaurante italiano: cocina con ingredientes 100 % italianos, deliciosas pizzas italianas y un dueño italiano simpático y muy amable; o ‘La Tribu’, otra pizzería, pero de ambiente surfero y con dueño nórdico; masas decentes a precios asequibles que todo tarifeño de menos de 40 años ha probado alguna vez.
Una italiana, Bruna, inauguró una pequeña coctelería llamada ‘El Taco’, con tanto éxito que actualmente ocupa un local mucho mayor donde podremos degustar unos mojitos más que dignos (eso sí, en temporada alta apretujados entre la gente). Un representante emblemático de los primeros bares creados para aquellos primeros hippies que acudían a Tarifa es el ‘TJ’, el bar de Matías, un alemán que todavía hoy sigue poniendo las copas.
Ambiente nocturno en el local ‘El Taco’.
La primera ciudad de la España musulmana
Si hablamos de historia, los tarifeños tienen mucho que contar. Porque cuando estás localizado en un punto extraordinario del globo, lo normal es que te pasen cosas extraordinarias, como que seas elegida en el año 710 por Tarif Abu Zara, comandante de la fuerza expedicionaria musulmana, para instalarse y preparar desde allí la invasión definitiva que tendría lugar al año siguiente desembarcando en Gibraltar. La ciudad debe su nombre a este militar que hizo de Tarifa la primera ciudad de la España musulmana. Aunque no la última; debido a su importancia estratégica (una vez más, la geografía) el Rey Sancho IV de Castilla ‘El Bravo’ puso especial empeño en reconquistar la que para entonces ya era toda una fortaleza, lo que consiguió en 1292 (dos siglos antes de la caída de Granada).
El castillo de Guzmán el Bueno cuenta la historia local.
El encargado de defender el codiciado enclave era Alonso Pérez de Guzmán, protagonista de una historia/leyenda según la cual, en un momento dado los sitiadores le exigieron rendir la ciudad a cambio de la vida de su hijo preso. La respuesta de Alonso fue lanzarles él mismo su puñal para que lo degollaran. Vamos, que no se rindió. Por este hecho, los tarifeños le pusieron el sobrenombre de Guzmán ‘el Bueno’ (a día de hoy se ignora qué sobrenombre le puso su hijo). Hoy se puede visitar el castillo de Guzmán para que nos expliquen todo esto con mucho más detalle.
A partir de ahí, la historia de la ciudad ha estado marcada por su valor estratégico en diferentes conflictos. Ha sido una fortaleza defendiéndose de musulmanes, ingleses o franceses, según por dónde soplara el viento de la guerra. En este sentido, un capítulo que merece mención, aparte es la defensa del sitio de Tarifa en 1812, una hazaña a la desesperada lograda por el general Francisco Copons al mando de tropas españolas y británicas frente al ejército franco-polaco de Napoleón, superior en número. Periódicamente se conmemora este hecho a través del grupo de recreación histórica local, con un resultado verdaderamente espectacular por el detalle y exactitud en los ropajes y la narrativa de los acontecimientos. Eso sí, todo con mucha pólvora.
Los chiringuitos no faltan en la ciudad donde disfrutar es una obligación.
La presencia militar en la zona ha sido constante hasta tiempos muy recientes. La base naval enclavada en el puerto y otros cuarteles de la zona proporcionaban a la ciudad lo que podríamos considerar como primeros prototipos de turistas: los reclutas que salían de permiso para comer, beber y ligar todo lo que podían o todo lo que les dejaban (la expresión tarifeña ‘más caliente que un quinto’ debió nacer en aquellos años).
Alegría de vivir
Hablemos de las calles donde toda esa historia ha tenido lugar. Los tarifeños se sienten cómodos en su espacio. Hay zonas para pasear y encontrarse con los vecinos, como la Alameda, jalonada de cafés y restaurantes –recomendamos los arroces y pescados de ‘La Pescadería‘ y la pasta de ‘La Trattoria‘–. Aquí tienen lugar acontecimientos tan importantes como las ceremonias de coronación de las reinas de las fiestas. El nuevo teatro completa el atractivo de la zona con una oferta variada, incluidas las actuaciones de la banda municipal, que de un tiempo a esta parte (desde que la dirige Pepe Muñoz) cada vez lo hace mejor.
La Alameda es una calle de encuentros para los tarifeños.
Para el tapeo, hay una calle donde la proximidad de los establecimientos nos permitirá pasar de una delicia a otra sin cansarnos demasiado. La calle de Guzmán el Bueno no en balde es conocida por algunos como ‘la calle de los comederos’ por establecimientos tan arraigados como ‘Los Melli’, siempre lleno; ‘El Pasillo‘, gastrobar donde Isabel y Juan ofrecen las tapas más originales a los mismos tarifeños que veinte años atrás les pedían sus montaítos; ‘El Burgato‘, tapeo de alto nivel con una carta de vinos muy cuidada, y no podemos dejar de pasar por ‘El Lola‘. La frescura de su estética flamenco-pop, la calidad y variedad de sus tapas y la simpatía de su equipo de camareros se resumen en tres palabras: alegría de vivir.
Todas las delicias del tapeo concentradas en una calle: Guzmán el Bueno.
Perderse paseando por Tarifa es una delicia, porque sabes que siempre vas a encontrarte con algo que merezca la pena. Dejarse llevar por las estrechas calles del centro para toparse con sus pequeñas plazas como la del Perulero (San Hiscio), subir a la plazuela del viento con sus impresionantes vistas del Estrecho, o descubrir barrios recónditos como el del Moral. En este oasis peatonal en pleno centro histórico, con sus patios y sus calles engalanadas con maceteros, encontramos propuestas para un turismo de calidad como los apartamentos ‘El Erizo‘, a partir de una casa histórica rehabilitada con evidente cariño.
Uno de los dormitorios de Apartamentos El Erizo.
El último bar de la Europa continental
Para terminar, propongo una lista muy corta, la de cinco establecimientos que todo tarifeño conoce y en mi opinión encierran todas las esencias de la ciudad, cada uno por un motivo diferente:
Tienda de la ‘Conservera de Tarifa’. “Conservar es lo nuestro” es su claim y define a la perfección su misión: mantener una industria artesanal que ha sido una fuente de riqueza y empleo en esta zona desde hace más de un siglo. Hoy en su fábrica se siguen elaborando las más deliciosas conservas de melva, caballa y atún con la labor imprescindible de las ‘estibadoras’, que limpian y colocan el pescado a mano, con la simple ayuda de un cuchillo. Entrar en su tienda y abastecerse con cualquiera de sus marcas es como almacenar momentos de sol y mar que podremos destapar en los días más fríos y oscuros, estemos donde estemos.
Pastelería ‘La Tarifeña’. Si entras a la ciudad por la puerta de Jerez, solo tienes que dejarte guiar por el aroma para encontrar la mejor pastelería de todo Tarifa (qué demonios, y probablemente de todo el Campo de Gibraltar). ¿Su secreto? Trabajar mucho durante tres generaciones apostando por la materia prima de la mejor calidad –almendra de Málaga, miel del campo de Bolonia, tolerancia cero a las grasas trans– para crear una gama de pastelería que abarca desde lo más tradicional que todo tarifeño conoce -tranvías, cajillas, pasteles árabes- hasta los postres más innovadores. En esta institución del sabor siempre hay nuevas y deliciosas sorpresas. El eslogan de esta casa, fundada en 1956, es toda una declaración de principios: “Elaborando pastelería artesana desde… hace 5 minutos”. Porque para ‘La Tarifeña’ el pastel más importante es siempre el último que sale del horno.
Tres generaciones apostando por materia prima de primera se nota en sus pasteles.
‘El Morilla‘. Otro caso en el que la situación estratégica marca la diferencia. Este bar y restaurante de los de toda la vida está situado en pleno centro, justo enfrente de la iglesia de San Mateo. ¿Cómo van vestidos los invitados de la boda de Fulanita? ¿Cuánta gente asiste al funeral de Menganito, que en paz descanse? ¿Qué manto llevará la Virgen de La Luz cuando la traigan a la iglesia? ‘El Morilla’ es el escaparate perfecto para responder a todas estas preguntas cómodamente sentado y degustando un café o cualquiera de sus platos tradicionales.
‘El Ombligo‘. También conocido como ‘lo de Juan Luis’. En la calle de San Francisco nos topamos con una institución del tapeo informal que desde 1968 nos deleita con los mismos platos de carnes ibéricas que servía Juan Luis Muñoz, ‘El sabio de Tarifa’, un personaje único y entrañable, que repartía cordialidad y sabiduría a todos los que tuvimos la suerte de conocerle y cuyo busto en bronce contempla ahora a sus paisanos con cierta sorna en la Alameda. Ahora es su nieta Elena quien rige este negocio con una carta basada en las carnes ibéricas: imprescindibles los pimientos rellenos, la hamburguesa Pompo (creada en honor de un cliente y amigo del local; uno sabe que es alguien en la vida cuando le ponen tu nombre a una hamburguesa) y un jamón de bellota impresionante de la sierra de Huelva. Y con unos precios muy de amigo.
La hamburguesa es un clásico de ‘El Ombligo’.
Y para despedirnos de Tarifa elegimos su último bar. El ‘Pesquero Tarifa Café’, al estar situado en el muelle del puerto de pescadores nos permite descubrir la ciudad desde otro punto de vista mientras disfrutamos de un pescado y marisco increíbles (frescura garantizada, no podía ser de otra manera). Y literalmente es el último bar de la Europa continental, el más meridional.
La ubicación del ‘Pesquero Tarifa Café’ permite acercarse a otra Tarifa.
* Fuente: Guía Repsol
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