La almadraba, un arte de pesca tradicional, fijo selectivo y sostenible

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La almadraba, un arte de pesca tradicional, fijo selectivo y sostenible

El arte de pesca de Almadraba se ha mantenido prácticamente igual desde hace  más de 3.000 años, y se  remonta a los fenicios; Su denominación procede del  árabe andalusí y significa “lugar donde se golpea y lucha”.

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Su concesión oficial data del siglo XII cuando el duque de Medina-Sidonia  recibió  la gracia del rey de gestionar las almadrabas del sur atlántico y del  Mediterráneo. Esta casa nobiliaria fue su propietaria hasta finales del  siglo XVIII, principios del XIX, momento en que pasaron a ser una gestión  empresarial.

Entre los años 1928 y 1970, se constituye el Consorcio Nacional Almadrabero, resultado de la unión de empresas almadraberas andaluzas, que construyó y gestionó poblados almadraberos en Sancti Petri, Tarifa y La Atunara, entre otros. En estos poblados vivía la población que trabajaba tanto en faenas de pesca como en actividades anexas, fundamentalmente en las fábricas de salazón y conservas de atún.

En la actualidad Cuatro son las Almadrabas que  conviven en la costa gaditana, ubicadas en  los puertos de Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa.

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La Almadraba podría definirse como la forma en que el hombre, desde tiempos inmemoriales, ha logrado interceptar a los grandes Pelágicos en su paso migratorio por el Estrecho de Gibraltar.

A día de hoy, la Almadraba sigue siendo un arte de pesca fijo y selectivo. Un ingenio del ser humano que, año tras año, trata de engañar al gran océano. Pero, lo cierto es que tras más de tres mil años de historia, sigue dependiendo de sus caprichos y avatares para garantizar su éxito y continuidad.

La campaña de pesca de cada temporada dependerá siempre de factores difíciles de controlar; desde las propias rutas migratorias de los peces y la presencia de Orcas, hasta las fases lunares, las mareas y corrientes del Estrecho de Gibraltar o la temperatura, salinidad y claridad de sus aguas.

Las Almadrabas se comienzan a calar o colocar unos dos meses antes  de empezar la temporada de pesca. Es un arte fijo de redes verticales que se sostienen en superficie con flotadores y cuya fijación se hace mediante miles de metros de cables de acero engrilletados a unas anclas.

Los almadraberos tras  largos meses de preparativos para calar las artes en  las aguas gaditanas, durante los meses de mayo y junio, afrontan la etapa más  espectacular y laboriosa de la campaña anual: la tradicional levantada de las redes.

El resultado es un espectáculo visual en el que este complejo y frágil arte de pesca de tradición trimilenaria y ejecución totalmente artesanal que  ha sabido, de manera sostenible,  adaptarse a las exigencias del mercado  actual.

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“La Levantá”  o levantada de las redes es un momento intenso y eléctrico.  Cada pocos días, y según la cota fijada para cada Almadraba, se procede a  sacar los Atunes, Melvas y otras especies, ya que si no,  los peces atrapados  en su laberinto perderían el sentido de su orientación migratoria.

En la superficie  les esperaban perfectamente dispuestas las cuatro embarcaciones y  las  redes, o raberas de fuera y de tierra, que conforman el copo, que no es sino  el cercado en el que quedan atrapados los peces. Asegurando que no se  produce ningún daño a las grandes poblaciones de cetáceos que habitan estas aguas, al tratarse de un arte completamente abierto.

Primero  los barcos  situados en el área inmediatamente anterior al copo, conocida como buche,  inician su labor, que consiste en conducir a los peces  hacia el cercado. Una vez cercados,  los barcos que delimitan el copo, denominados sacada, testa y raberas de fuera y tierra, cierran circulo acortando distancias. Empieza el  aleteo conjunto de los peces dando impresión de hacer hervir el agua. Poco a poco las redes se van izando, haciendo visibles a los enormes y majestuosos ejemplares, que saltan entre  las olas  con sus más de 200 kilos de peso de media. Los almadraberos parecen tener el cuerpo hecho a las olas,  al viento y al salitre. Cuando la proa es azotada por una ola que salpica  media cubierta, los almadraberos, en su mayoría ‘copejadores’, ni se inmutan… parecen pegados a cubierta.

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En La fase final de la levantá los pescadores echan el lazo a pequeños  grupos de ejemplares y los suben en grúa hasta las cubiertas de los barcos.

Y tras una lucha frenética, en la que buzos, pescadores, peces y la mar se unen en una furiosa actividad, todo termina y los hombres regresan a puerto a descargar a la lonja.

De las mareas, los vientos y la luna depende y seguirá dependiendo este arte ancestral de la Almadraba, como huella genética de las gentes de Andalucía,  manteniendo el respeto a las especies que recibimos desde el océano y  conservando las tradiciones con nuestra herencia de la pesca artesanal. Porque Tarifa tiene alma de almadraba y corazón marinero.

 

Bibliografía

ANTONIO ZAMBONINO

El País. Jesús A. Cañas

Tarifa Natura

Junta de Andalucía

El blog del Mar

 

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