Se detecta un nuevo solitón en El Estrecho, un fenómeno marino pocas veces visible

solitones El Estrecho
solitones El Estrecho

El Estrecho es un enclave privilegiado, el punto de unión entre Europa y África, donde las aguas del Mediterráneo y del Atlántico se abrazan. Sus parques naturales y zonas protegidas son famosas por su biodiversidad, muy populares por ser un lugar de paso y descanso en la migración de las aves y un sitio idílico para el avistamiento de cetáceos.

También para la pesca de especies sorprendentes como el Atún Rojo Salvaje del Estrecho, que en su ruta migratoria deja imágenes fascinantes en nuestras aguas y auténticos manjares en nuestras mesas. Y en ocasiones, el Estrecho incluso llega a regalar fotografías como la que el 28 de mayo capturó el satélite Sentinel 2, del programa de la Unión Europea Copernicus. Se trata de uno de los secretos mejor guardados de la zona, un fenómeno oceanográfico que rara vez puede detectarse en la superficie marina: un solitón.

Qué son los solitones

Los solitones son ondas de gravedad que se producen debido a las fluctuaciones de densidad dentro del agua provocadas por cambios en la temperatura o salinidad, como consecuencia de rupturas en las placas continentales o de encuentros con montañas subterráneas.

La primera vez que estas extrañas olas submarinas fueron detectadas ocurrió muy lejos del Estrecho, en aguas del Ártico. En 1893, durante su expedición al Polo Norte, el explorador y científico noruego Fridtjof Nansen descubrió una anomalía en la navegación. Pese al buen estado de su barco y de los motores, no podía avanzar. Nansen, que más tarde se convertiría en Premio Nobel de la Paz y en una de las figuras más importantes de la historia noruega, denominaría a este fenómeno “agua muerta”. En 1904, Vagn Walfrid Ekman, físico y oceanógrafo sueco, identificó que el suceso se debía a una extraña ola submarina desconocida hasta el momento. La comunidad científica se ha afanado, desde entonces, en encontrar una explicación para este fenómeno. Hoy se conoce que, además de en la superficie, las olas también se producen en las profundidades, con hasta 100 metros de altitud y extensiones de cientos de kilómetros. Estas grandes masas de agua generan una onda interna que son invisibles desde la costa o desde un barco, pero su efecto sí es perceptible durante la navegación, invisibilidad que provocó que este fenómeno fuera durante un tiempo un auténtico misterio para la comunidad científica.

El Estrecho de Gibraltar: un enclave propicio para los solitones

solitones El Estrecho

La Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos sostiene que el Estrecho de Gibraltar cuenta con todos los condicionantes para que puedan darse  solitones en la zona. El Estrecho actúa como punto de intercambio en el flujo entre las aguas del Mediterráneo y del Atlántico. Las olas que se generan lo hacen por el flujo de marea hacia el este a medida que fluye sobre la Punta Camarinal, en Tarifa, generando ese efecto que normalmente es invisible y que hace pocos días los satélites pudieron detectar, con forma de anillos en el agua, gracias al reflejo del sol. En 2017 ya se consiguió un registro de un satelitón en nuestras aguas gracias, en aquella ocasión, al satélite Terra MODIS de la NASA y, unos años antes, en junio de 2004, desde la Estación Espacial Internacional.

El Estrecho de Gibraltar es un paraíso natural, no solo por la variedad de sus vientos que hacen de Tarifa la meca del kitesurf o por su enclave privilegiado para el senderismo en el Campo de Gibraltar, también lo es para la comunidad oceanográfica, que además de estudiar las fascinantes rutas migratorias del atún rojo, también recibe, aunque en contadas ocasiones, la oportunidad de contemplar fenómenos naturales insólitos como son los solitones.