La muestra fotogrĆ”fica āUn Estrecho de Conservasā llega al Museo de CĆ”diz
Con motivo de la llegada, desde el Museo del Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia, al Museo de CĆ”diz, que acogerĆ” la muestra fotogrĆ”fica āUn Estrecho de Conservas. Del Garum de Baelo Claudia a la melva de Tarifaā, haremos un repaso por la historia de las industrias de la antigüedad y de la gastronomĆa en la provincia de CĆ”diz.
Esta muestra hace un recorrido, a travĆ©s de 26 pares de fotografĆas de gran formato, realizadas por Juan SebastiĆ”n Vicente-Franqueira GarcĆa y otros 16 fotógrafos e investigadores, por los procesos tradicionales de la industria conservera, iniciada por los romanos en Baelo Claudia, en Tarifa, y de toda la zona del Estrecho de Gibraltar, hasta nuestros dĆas. La muestra fotogrĆ”fica pretende rememorar el pasado para no olvidar que los antiguos habitantes del Campo de Gibraltar fueron pescadores, mariscadores, conserveros, marinos, siempre vinculados de una u otra manera al mar.
Gracias a los romanos, la pesca y su conservación se convirtió durante la antigüedad en el motor económico de los pueblos costeros a un lado y otro del Estrecho de Gibraltar, de ahĆ el tĆtulo.
Hagamos un poco de historia. Ya desde la Ć©poca de los fenicios, el arte de pesca y su conservación fue el foco de una importante economĆa local y el principio de la industria conservera, pero no fue hasta aproximadamente la mitad del I milenio a.C. cuando el sur de Hispania fue conocido como la parte del MediterrĆ”neo mĆ”s importante en la producción y comercio de salazones y salsas de pescado. En buena medida se debió a la presencia, un par de veces al aƱo, de pecesĀ pelĆ”gicos de paso, asĆ como al aprovechamiento de otras especies propias de cada zona. Las factorĆas conserveras antiguas se situaron jalonando la ruta de los atunes que, procedentes de las aguas frĆas del OcĆ©ano AtlĆ”ntico, se dirigen durante los meses de mayo y junio a las templadas del Mare Nostrum, pasando por el Estrecho. Se pasa pues de una actividad orientada principalmente al autoabastecimiento y autoconsumo a la explotación con fines comerciales dada la producción de excedentes.
BasĆ”ndonos en las evidencias arqueológicas disponibles en la BahĆa de CĆ”diz, es posible aproximarse a las caracterĆsticas de los centros pesquero-conserveros prerromanos de la región, su evolución hasta la integración del Estrecho en el mundo romano y la indisoluble relación de esta actividad con la producción cerĆ”mica (y en concreto, con la fabricación de Ć”nforas para el transporte a larga distancia). Los hallazgos de Ć”nforas dedicadas al transporte de estas salazones en mĆŗltiples puntos de esta zona centro-oriental del MediterrĆ”neo, incluyendo Marsella y su entorno, Etruria, Magna Grecia, Sicilia, Cartago o la propia Grecia (Atenas, Olimpia, Corinto) han permitido constatar, que este comercio dio lugar a un siglo de gran prosperidad económica para toda la región del Estrecho de Gibraltar.
Como consecuencia del auge del comercio y consumo de pescado y conservas piscĆcolas en el MediterrĆ”neo a partir de este periodo, otras actividades industriales vieron tambiĆ©n potenciado su desarrollo (extracción de sal, construcción naval, confección de velĆ”menes, redes y cordelerĆa, etc.), destacando especialmente el enorme desarrollo de la producción cerĆ”mica.
Ya en el aƱo 171 a.C. la fundación de la Colonia Libertinorum Carteia, uniendo a la población de origen pĆŗnico allĆ asentada con veteranos itĆ”licos, acelerarĆa en buena medida la Ā«romanizaciónĀ» de la industria conservera de la región del Estrecho, dando lugar a que potentados romanos y colonos itĆ”licos pusiesen sus intereses y recursos no solo en la minerĆa sino tambiĆ©n en el sector pesquero-conservero, ejemplificando ademĆ”s el crecimiento que experimentarĆa el negocio salazonero regional, ahora inserto en el mundo-mercado romano, hasta llegar a la etapa de nuevo esplendor de la tardĆa RepĆŗblica e inicios del MediterrĆ”neo.
A modo de conclusión, debemos seƱalar que sin gĆ©nero de dudas fueron los fenicios a inicios del I milenio a.C. los introductores, a travĆ©s de sus colonias de la región del Estrecho de Gibraltar, de los medios tĆ©cnicos y de la visión económica que permitió el desarrollo en la zona de una pesca sistemĆ”tica de carĆ”cter excedentario y del procesado de dichos excedentes para la manufactura de salazones y otros subproductos piscĆcolas.
Dicho negocio conservero, asĆ como el comercio marĆtimo y otras actividades ligadas Ćntimamente a la explotación del litoral (pĆŗrpura, sal, etc.), fueron desde entonces pilares fundamentales de la economĆa de la región, alcanzando cotas de internacionalización elevadĆsimas sobre todo durante el siglo V a.C.
AsĆ, la pesca, el procesado y consumo del atĆŗn y su comercialización dentro y fuera del marco regional han continuado siendo hasta la actualidad seƱas de identidad y agente económico destacado de las poblaciones costeras del Estrecho de Gibraltar, fruto de una herencia fenicia trimilenaria de la que poseemos un importante legado patrimonial, que es preciso mimar y poner en valor como parte imprescindible del pasado comĆŗn transfronterizo del antiguo Ā«CĆrculo del EstrechoĀ».
Desde la antigüedad hasta los albores del pasado siglo, Tarifa ha sido y serÔ un adalid y exponente de esa cultura pesquera y conservera, donde llegaron a convivir mÔs de 10 fÔbricas de conservas. Hoy, Conservera de Tarifa, recoge el testigo de aquellas fÔbricas que llegaron a existir en esta localidad, dignas representantes de una industria vinculada desde siempre a Tarifa y a sus gentes, y a su amor por la naturaleza y las costumbres artesanales que nos viene de herencia trimilenaria.
[row style=”divided”]
[col span=”1/3″ ]
[/col]
[col span=”2/3″ ]
BibliografĆa: Los orĆgenes de las conservas piscĆcolas en el Estrecho de Gibraltar en Ć©poca fenicio-pĆŗnica.
Antonio Manuel SĆ”ez Romero y Ćngel MuƱoz Vicente
[/col]
[/row]