Hace más de un siglo en Tarifa, ciudad entre tierras y aguas y con una tradición pesquera y marítima milenaria, se gestó lo que acabaría siendo uno de los emblemas más reconocibles de la zona: La Tarifeña. Este año, coincidiendo con su 110 aniversario, la marca acaba de lanzar una Edición Vintage con la que busca trasladar al consumidor hasta un pasado cargado de recuerdos y sabor. Esta es la historia de una marca que durante años ha sido más que una familia; ha sido todas las que la han trabajado y todas las que la han disfrutado en sus hogares.
La Edición Vintage
Hace treinta años Tarifa era muy diferente a cómo es ahora. El viento soplaba igual de fuerte, pero no lo hacía para las cientos de cometas que hoy llenan de color su cielo. Tampoco sus calles y playas contemplaban un turismo que cada año repite y decide volver a nuestras costas. Pero hay cosas que sí se mantienen en el tiempo, y La Tarifeña es una de ellas. Años y años de trabajo y de generaciones que han pasado por fábrica y que han alimientado a miles de familias, primero andaluzas, luego de todo el territorio español, y más tarde, de más allá de nuestras fronteras. Y ese sabor inconfundible, que muchos recordarán de su infancia, es el que la marca ha buscado mantener siempre y que hoy reafirma con su Edición Vintage.
¿Qué tiene de especial esta edición limitada? La Edición Vintage une nostalgia, artesanía y tradición. La Tarifeña cumple 110 añosy, como afirma su Director Comercial y de Marketing José Manuel Morales, «es momento de homenajear a la marca y a nuestros padres y abuelos, para que recuerden ese sabor a lo tradicional, a lo que ellos vivieron de pequeños». Esa diferencia exclusiva se ha conseguido de dos formas: recuperando el valor simbólico de la etiqueta inicial, y con una elaboración de la conserva completamente artesanal. Para la edición se ha elegido uno de los productos más populares de la firma: la caballa de Andalucía, todo un emblema pesquero de la zona. «Hemos querido conseguir un resultado espectacular», asegura Morales. «El producto llega fresco a fábrica y todo su proceso se realiza de forma manual. La estiba es impecable, porque sólo se hace con lomos perfectos, idénticos. Un trabajo más artesanal que nunca». También se ha querido hacer un guiño al recuerdo y la añoranza de la niñez, y a esa unión entre generaciones que logra La Tarifeña al gustar a gente de ocho años y de ochenta.
Tarifa y La Tarifeña, una historia de conservas
Hay historias que en verdad merece la pena contarlas desde el principio. Tal vez para hablar de La Tarifeña no sólo haga falta remontarnos a su nacimiento en 1910, cuando Salvador Pérez Quereo fundaba su empresa en la Calle Arapiles, 13, de Tarifa, donde hoy se sitúa la Tienda Tradicional y Espacio Gourmet de Conservera. Quizá en este caso sea necesario viajar más atrás en el tiempo, hasta la época en que romanos y fenicios hicieron de la pesca en el litoral tarifeño una industria y de Baelo Claudia una importante fábrica y sede de exportación de garum, la mítica salsa romana. Entonces se construyeron piletas para el tratamiento y la salazón del pescado, y el ánfora se conviritió en el recipiente ideal para la conserva. Las artes de pesca, conservación y la gastronomía fueron perfeccionándose durante la época islámica y medieval y, tras la conquista de los cristianos, se mantuvieron algunas descubrimientos naúticos de origen islámico, como el uso de la vela o el sangrado de los túnidos antes de su consumo.
La geografía de Tarifa y su tradición marítima, pesquera y de salazón, la empujaron de forma natural a convertirse en un importante enclave donde la industria conservera se convertiría en su principal actividad económica durante el último siglo. A finales del XIX nacieron las primeras conserveras en la ciudad, que trabajaban de forma totalmente artesanal. Fue con la inauguración de la fábrica eléctrica el 5 de junio de 1900 cuando se hiceron posibles las fábricas modernas de Tarifa. El 1910 nace La Tarifeña, hoy convertida en la marca de conservas artesanales de pescado más antigua de toda la provincia de Cádiz. Con los años, la ciudad llegaría a contar con hasta diez fábricas de conservas de pescado. Dos de ellas, La Tarifeña y Marina Real, junto a la firma Piñero y Díaz, acabarían uniendo fuerzas para crear en 2013 una nueva marca donde confluirían tradición tarifeña y trabajo artesanal. Es entonces cuando nace Conservera de Tarifa.
Un producto exclusivo, limitado y gourmet
Nada hay más gourmet que un producto limitado, elaborado con materia prima fresca, de primera calidad, y trabajado a mano según una tradición artesanal centenaria. La Tarifeña es ya parte del turismo esencial de la ciudad, y así como cuando uno visita Sanlúcar compra manzanilla, o si va a Ronda no puede olvidar probar las yemas, las conservas de La Tarifeña dan forma al sabor propio de la zona.
La Edición Vintage de La Tarifeña es limitada, en un formato de tarros de cristal en los que la calidad y perfección de su estiba saltan a la vista. En su etiqueta muchos reconocerán los inicios de la firma. También lo harán en su sabor cuidado y exquisito. Esta exclusividad hacen de la Edición Vintage de La Tarifeña un producto único y de colección, ideal para regalar en Navidad a amantes de la marca o a aquellos paladares gourmet que saben que hay ocasiones especiales que sólo pueden ir acompañadas de un buen vino y de la mejor conserva.